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Las vueltas que da la vida
Para Eréndira López
1) Estoy con una chica en un café internet. De pronto se ríe escandalosamente, y me dice: ¿Ya viste lo que anda haciendo tu ídolo? ¿Cuál ídolo?, pregunto yo. Pues éste, Javier Sicilia, al que le hiciste su antología de los poemas para un poeta que dejó de escribir. Míralo, ve, qué lindo se ve dándole un beso a Peña Nieto. Nunca fue mi ídolo, acoto. Quise acompañarlo en su dolor. Y tan tan. Hace un año no andaba este hombre tras los reflectores, como ahorita, le digo. Y qué sentiste darle la mano en lugar de un beso. Nunca le di la mano. Cuando te agradeció lo de la antología. Nunca lo hizo, la interrumpo, no tenía por qué agradecerme nada, hay personas que creen que se lo merecen todo. Y para callarle la boquita mejor le pido, a ella sí, un beso. Y me lo da. Ni hablar que un beso es un beso.
2) #Yo soy 132. El nombrecito se les va a quedar grabado como marca de res en las nalgas a los reaccionarios electorales. Los jóvenes les están metiendo terror a los señores candidatos. Tal vez porque no se dejan comprar. Tal vez porque no son acarreados. Como sea, su voz es la más disidente. Son el termómetro, lo que nos da la medida del calor político. Por su fuerza, por su rebeldía. ¿Acaso no decía Fromm que la desobediencia, como acto de libertad, es el principio de la razón? Y estos chavos son desobedientes.
3) Y si en lugar de médicos fuesen poetas. Y levantar la bocina y marcar un número y pedir a la agencia de empleos que te envíen un poeta, que necesitas que te curen, que te digan poemas al oído, que te peinen con poemas, que te desnuden con poemas para vestirte con ellos. Que cuando esté uno triste y solo se pudiese abrir el directorio y buscar en la p, y correr a la dirección citada y escoger un poeta, y usarlo y gastarlo y deshacerlo, y por fin tirarlo y quedarse solamente con su pluma tibia.
4) El viernes 18 de mayo estuve en la presentación de dos títulos de José Antonio Gurrea, Atisbos y Periplos. En Las Dos Naciones. El hombre es querido. En su caso, talento y afecto se disputan el cetro. Entre otros, Jorge Meléndez, viejo e invencible lobo, y Víctor Roura, amo de la ironía, estuvieron a su lado en la mesa. Había mujeres a granel, tal como se compra el alpiste. A granel, déme dos kilitos, por favor. Algunas más lindas que otras. Algunas más cachondas que otras. Algunas más sutiles que otras. Algunas más sensuales que otras. Algunas más arrojadas que otras. Los hombres no nos dábamos abasto. Los ojos se iban detrás de una, detrás de otra. Como fragmentos a su imán, según Lezama. Como era de esperarse, el alcohol circuló a raudales. Con el puro aliento de los consumidores, se pudo haber organizado un incendio en el mercado de la Merced. Vi de lejos a Juan Manuel y José Luis Landeros, que llegaron preguntando por la señora Stolisnaia. Saludé y brindé con David Cano, y me tocó abrazar a Arturo Talavera, enorme fotógrafo. No pude evitar cruzar tragos con Armando González Torres, con Alejandro Meléndez, con Samuel Segura y su chava, con Óscar Landeros, con Ricardo Lugo, con José Luis Martínez Salazar, inteligente en su sagacidad, y con algunas damas que se apiadaron de este pobre diablo. Salí feliz, y de allí fui a echarme unos tacos a los Cocuyos. En compañía de mi inequívoco ángel guardián —a quien desde esa noche no he vuelto a ver. Desplegó las alas y remontó el vuelo.
5) El sábado 26 de mayo recibió un merecido homenaje el Cuarteto Latinoamericano de Cuerdas (Saúl Bitrán, primer violín; Aarón Bitrán, segundo violín; Javier Montiel, viola, y Álvaro Bitrán, violonchelo). Este ensamble ha grabado tantas grabaciones, que se pierden en el limbo de la discósfera. Se le solicita en todo el mundo. Un cuarteto que tiene su lugar de residencia en este país. Un cuarteto constituido por tres músicos eminentes chilenos y un mexicano. Quien esto firma los conoce desde que arrancaron. Cuando Jorge Risi les propuso que el cuarteto se llamara con el nombre que es conocido en la actualidad. En aquella época —cuando menos hace 30 años— Jorge Risi, violinista uruguayo respetado en los ámbitos musicales más diversos, era el primer violín del cuarteto, además de una especie de guía técnico y espiritual. Tarea nada sencilla cuando se trata de alumnos maestros. Por eso es de llamar la atención que no se le mencione en esta serie de reconocimientos que ha recibido el Cuarteto Latinoamericano. Como si no hubiera existido. Lo más probable es que se trate de una confusión, o de un olvido, digamos que a cualquiera le acontece, ¿o no?
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