Carta
Carta de Rimsky-Korsakoff a Modest Mussorgsky
Modika querido:
Mi corazón yace sumergido en el dolor. Te fuiste hace apenas dos días, y mi angustia crece minuto a minuto. Por eso te escribo estas líneas. No lo vayas a tomar como un correctivo. Mucho menos como un sermón. No es mi manera de ser. Me conoces. Y tú menos que nadie estás hecho para escuchar sermones. Aunque en el fondo de tu corazón tienes una gran devoción por Jesucristo y sus enseñanzas. En mucho me recuerdas a ese escritor que los jóvenes llevan bajo el brazo y que se llama Dostoievski. Aunque lo leen por sus tramas, más que por su mística. Estoy seguro de eso. Recuerda que soy maestro en el Conservatorio de San Petersburgo y que conozco el alma de la juventud. En fin. Te decía que tú tienes el misticismo a flor de piel. Me consta. Así son los hombres de genio. Y tú perteneces a esa noble casta. Pero no todo está de tu lado.
Tienes que dejar la bebida. No hay cuerpo que aguante. Tu ritmo de beber es alarmante. Convivimos seis meses. Seis largos y terribles meses te ofrecí mi casa con el amor y la solicitud de un amigo. En esos seis meses fui testigo del prodigio de la genialidad en tu persona. Te escuchaba mientras tú improvisabas al piano. En esas improvisaciones vaciabas tu genio implacable. Allí estabas, beodo desde la punta de tu cabello hasta el último de tus dedos del pie. Y yo empapado en lágrimas. Escondido en la habitación vecina. Allí estabas como el más triste de los hombres. Improvisando la más hermosa música que yo haya oído jamás. Y que se pulverizó. ¿Recuerdas cuando te pregunté por qué no la apuntabas, esa vez que te acerqué papel y pluma, un domingo en la noche que no te habías despegado del piano todo el día? ¿Y recuerdas lo que me respondiste: que esa música la tenías impresa en tu cabeza? Y soltaste una carcajada que me dio pánico.
Mi novia Nadina Alejandrovich dice que eres artista cuando haces música y cuando hablas, cuando comes y cuando caminas. Que todo el tiempo eres artista. Cómo no te escuchó cuando lanzaste tus diatribas en contra de Bach. ¿Recuerdas que Bach es el dios de Nadina Alejandrovich? Pues aun en ese momento eras artista. Fue la discusión más áspera que tuvimos. Me echaste en cara mi mediocridad por ser maestro del conservatorio, por componer como compongo mis sinfonías y mis óperas. Pecaste de soberbio cuando hablaste de ti en un tono que no admitía discusión respecto de tu espíritu revolucionario que inoculaba tu música. Y lo peor de todo es que tienes razón. Soy un apocado. Un pobre compositor que hace música para la complacencia de su espíritu. Pero soy feliz, profundamente feliz. Tengo alumnos que me siguen, y que pagan en forma espléndida sus clases. Mis obras se tocan y me permiten vivir bien. Tengo una casa de la cual mi novia Nadina Alejandrovich acaba de tomar posesión, y que, si Dios lo tiene a bien, pronto se verá poblada de niños corriendo de aquí para allá.
Modika, Modika: por el inmenso amor que le guardas a tu señora madre debes controlar el alcohol. Sé que has tenido una vida cuesta arriba. Que tus obras te las rechazan los burócratas pestilentes, como tú les llamas acertadamente. Que no tienes más remedio que sumergirte en el vodka cada vez que una obra tuya es rechazada. Para resistir el dolor. Sé todo eso. Pero te lo digo francamente: te estás perdiendo, y tu talento se va ir al infierno.
Siempre tuyo,
Nikolai
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