Ensayo
Yo plagio, tú plagias, él plagia
1) Plagiar tiene algo de morbo y de genialidad. Descubrir el plagio, nomás de morbo.
2) El plagio implica una irritación intelectual. Que irrita más a terceras personas que al plagiado.
3) Muchas veces la víctima resulta halagada de que se le haya plagiado. E incluso, y a la vuelta del tiempo, aquel plagio es capaz de beneficiar a la obra en cuestión. En otro contexto, acaso quede mejor ubicada. Hasta su sobrevivencia misma.
4) El plagiado —o los defensores a ultranza del derecho de la propiedad intelectual— se enfurecen y reclaman la atroz villanía. Quién más, quién menos, los curiosos toman partido.
5) Es difícil creer en el acto del plagio cuando el arte pertenecía a la comunidad y el artista no inscribía su nombre en el vitral, en los poemas provenzales, en aquellas canciones que los trovadores llevaban de una población a otra como aves cantoras.
6) Los músicos llaman a las cosas por su nombre. Por ejemplo, inventaron el término variación. Así, utilizan la melodía de otro autor y a partir de ahí construyen una montaña. Con una mano en la cintura plagian aquella melodía que los subyuga, le dan un nuevo formato y aquella obra ve la luz en medio no de la indignación sino de la honra. En efecto, para un compositor equis es motivo de nobleza que otro lo plagie. ¿Por qué los escritores se encolerizan hasta perder la cabeza?
7) Paganini crecía no sólo por su técnica de prodigio y maravilla, no sólo por sus Caprichos y sus conciertos que se desparramaban de unos oídos a otros y se iban apropiando de la humanidad culta; Paganini crecía en la medida que otros compositores se adueñaban de sus melodías —no bastaba con inspirarse— y divulgaban la misma pieza, con todos los elementos que la identificaban, que la caracterizaban, pero simple y llanamente le daban un acabado diferente. Un plagio elegante, alguno de estos inquisidores se atrevería a calificar.
8) Para seguir con el ejemplo de Paganini. Brahms compuso sus Variaciones sobre un tema de Paganini para piano y orquesta, desde luego basado en uno de esos temas paganinianos levantamuertos. Y Rachmaninov hizo lo propio. Es celebérrima y endiabladamente difícil su Rapsodia para piano y orquesta sobre un tema de Paganini. Aún más radical Liszt, tomó la Campanella del primer concierto para violín de Paganini y la transcribió para piano. Schumann no se quedo atrás. Son cotizadísimos sus Estudios sobre los Caprichos de Paganini, y sus Estudios de concierto sobre los Caprichos de Paganini. Y cuando menos hay una docena de más casos. Lo cual, vale la pena insistir, no provocaba un mal rato en el ánimo de Paganini sino un bienestar que se reflejaba en su semblante por donde pasaba. Pero no era nada más el sentir del eminente violinista, sino el general. Los músicos siempre se han saludado de esa manera. Se han pasado de unos a otros la estafeta de la admiración. De pronto indicando la fuente y de pronto no. Por ejemplo, el cuarto movimiento (Allegro ma non troppo) de la sonata para violín y piano No. 5 en fa mayor La Primavera Op. 24 de Beethoven, está basado en un tema de Mozart (aria de Vitellia Non più di fiori de la ópera La clemencia de Tito). Beethoven era muy dado a estos plagios, y no precisamente por que le faltara inspiración.
9) ¿De verdad es tan indignante el acto de plagiar? No plagiarás, debería añadirse un mandamiento. Como si la cabeza de un hombre creativo no estuviera llena de ideas. ¿Por qué tanto furor?
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