Poesía
El Gordo
Era el hijo de mi tía Chati.
Siempre fue el más gordo
de todos los primos.
Era insoportable.
Presumía que su papá
lo había llevado a Disneylandia,
que veía la televisión
hasta más allá de las diez de la noche,
que iba a escuela de paga
como sus amigos.
Cómo odiaba a sus amigos.
Yo.
Todos me parecían uno copia
del otro.
Y cada uno más pedante que el otro.
El Gordo se llevaba con ellos
porque tenían trenes eléctricos
y autopistas.
Cuando El Gordo
iba a mi casa
le ponía trampas
para que se tropezara.
Pero nunca logré que se cayera.
Era el único niño que tomaba
Coca Cola
en el desayuno.
Eso provocaba que lo admirara
y, a la vez, que lo presumiera
con mis amigos.
Cuando jugábamos futbol
él usaba tacos para pisarnos,
siempre por accidente.
Aunque por suerte
era el primero en cansarse.
Deja un comentario