Poesía
El palo del siglo
Mis coitos son irrelevantes.
Venirme me cuesta todo el trabajo del mundo.
No sé cómo le he hecho para engendrar hijos
—si es que son míos.
A la hora de hacer el amor
de pronto pongo a Brahms, de pronto a José José.
Y ni así tengo una venida rica.
Pero me topé con ella.
Si pasamos por alto que es la mujer más linda del mundo,
no tiene nada de especial.
A la vera de un tinto
yo quería hablarle de Schopenhauer y de Kant.
Pero puso su lengua en mi oreja y ordenó:
Métemela como un animal. Y vente.
Que tu amigo nos está espiando.
Y ya quiere cogerme.
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