Ensayo
El arte de la dipsomanía
1) Ningún ebrio con un dedo de frente confesaría en público ser practicante del arte de la dipsomanía; salvo si la confesión es vía la palabra escrita. Porque sabría que nadie la iba a leer.
2) Hay momentos en que la dipsomanía y el arte de la música van de la mano. Sobre todo cuando la práctica de ambos va encaminada hacia la alabanza de Dios.
3) La dipsomanía le permite descubrir al usuario ciertos hábitos abandonados desde la niñez, como evocar a la progenitora cuando se descubría abandonado en el corazón mismo de la oscuridad.
4) El usufructuario de la dipsomanía generalmente es un hombre de bien. Su incondicional amor a los perros así lo demuestra.
5) Poca caballerosidad tan inexplorada como la del dipsómano. Es capaz de dejarse cortar la cabeza si eso provoca la satisfacción de un portador de las buenas costumbres.
6) El sentido de la orientación de un dipsómano es de exactitud vikinga; máxime cuando se encuentra al mando de un volante.
7) La palabra dipsomanía es de difícil pronunciación. Excepto para una garganta proclive a la degustación de brebajes etílicos.
8) El arte de la dipsomanía radica en encontrarle el sabor del ron al jugo de naranja.
9) El dipsómano encuentra la poesía en el lenguaje a señas de los sordos.
10) La misión del dipsómano es hacer el bien. Localizar la belleza donde permanece oculta es su primer cometido apenas abre los ojos. Lo más probable es que no lo logre. Por eso, cuando concilia el sueño su corazón yace entristecido. Aunque tal vez tenga una recompensa durante la noche. Quizás fallezca y proporcione un beneficio a quienes lo rodean.
11) Las puertas de la dipsomanía están abiertas a los desvalidos que no alcanzan el estado sublime del milagro. Y sobreviven un día más.
12) Al tercer trago, o al quinto, o al séptimo —cada quien se conoce—, el dipsómano se despoja de la camisa de fuerza de la resistencia y se ciñe la playera sin mangas de la aceptación de sí mismo —que ni en psicoanálisis podría alcanzar.
13) Quien arriba a las playas de la dipsomanía, desde ahí puede contemplar el mundo con la libertad que da estar en el camino correcto. Sin sumergirse en las aguas del sufrimiento. Mozart, Beethoven, Liszt, Sibelius, por citar algunos, así lo hicieron.
14) Por alguna extraña razón que tiene que ver con el lenguaje de las palabras, a los escritores se les da ahogarse en aquellas aguas. Los ejemplos suman decenas. Verlaine, Fante, Bukowski, Lowry, Poe… La multitud se congrega en torno, e infructuosamente espera que asomen la cabeza.
15) La dipsomanía materializa los sueños, siempre y cuando no se hagan realidad.
16) La dipsomanía se apropia de la condición masculina en la misma medida que de la condición femenina. Sin embargo, la sensibilidad de la mujer se exacerba aún más, y su complejidad se pronuncia. Si de por sí la psique femenina es inescrutable, el vino la distancia todavía más del varón. El hombre en cambio se torna más vulgar, más previsible, más inocuo. Como si se empeñara en pulverizar los misterios de su espíritu de pronto convulsivo, de pronto apenas trémulo.
17) Cuando un hombre y una mujer escalan el volcán de la dipsomanía, nunca alcanzan la cima porque el cráter hace erupción a sólo unos pasos.
18) Desde la cima de la dipsomanía, se avista la podredumbre del valle.
19) La dipsomanía existe desde tiempos remotos, y más lejanos todavía. De otro modo no es posible explicarse la parafernalia de Calígula.
20) El dipsómano descubre su propia mirada en el dipsómano de junto.
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