Ensayo
El oficio de nacer y el de morir
1) Las fronteras delimitan nuestra vida.
2) Las primeras fronteras son los propios padres. Porque ellos mismos son dos fronteras, las iniciales y más dolorosas con las que se topa el ser humano. Tienen cara, cuerpo y corazón de seres humanos, pero en el fondo son dos líneas que no es posible cruzar.
3) Sin que importe la voluntad de nadie, las fronteras están ahí. Aun antes de que el bebé nazca, ya posee una cuna, una recámara, un entorno propio, que de entrada marcará su territorio. El niño crece, así, con una idea clara de los lugares cuya frontera tiene prohibido cruzar. Por respeto, seguridad u orden, las fronteras van definiendo su hogar. En su habitación misma, como en la habitación de sus padres, las fronteras especifican funciones.
4) Toda casa es una suerte de sucesión de fronteras. Cada espacio señala su utilidad y tiende fronteras impalpables. Que todos aceptan. De este modo, cada casa ordena su propia realidad.
5) Violentar esas fronteras prefiguradas por la autoridad es una tarea finalmente impostergable, que sólo el adolescente es capaz de transgredir; de ahí que cuando el adolescente se encierra en su cuarto y ahí desayuna, come y cena, lo que en realidad está haciendo es establecer fronteras inexpugnables. Para bien de su conocimiento del mundo, que eso proporciona la soledad.
6) En el amor mismo las fronteras fijan ámbitos.
7) Apenas se haya cruzado el umbral que da acceso a la calle, una frontera tras otra configuran el destino. Porque la vivienda misma tiene instituidas fronteras, lo mismo con las casas que la circundan por arriba, por abajo o los lados, que con la propia vía en la que se encuentra.
8) Luego de la casa hogar, sobreviene la colonia, o el barrio y después la delegación o el rumbo. Y finalmente la ciudad. O el estado. O el país. Al gusto de cada quien. Lo que importa es tender límites; pero asimismo sacralizar la tierra, que es el origen.
9) Nos pertenece un lugar en la mesa, no la mesa; un lugar en el país, no el país. Crecemos como individuos fragmentados. Somos individuos fragmentados que en su crecimiento buscamos algo que nos pertenezca en su totalidad.
10) El establecimiento de fronteras es un acto animal. Los gatos delimitan su territorio con orines. Una actitud que las bandas imitan mediante graffitis. De aquí para acá es mío, de aquí para allá es tuyo.
11) Las naciones insisten en el respeto de las fronteras porque es el único modo de asegurar su soberanía. O de ejercer su tiranía. Y es exactamente lo mismo —de aquí para acá es mío, de aquí para allá es tuyo— en el plano de las relaciones humanas; por ejemplo entre un jefe y su empleado, o entre un maestro y su alumno. O entre un médico y su paciente.
12) Cada frontera es el resultado de una lucha, más que de un acuerdo. ¿Por qué este lado y no el otro? Por eso las fronteras exacerban los ánimos. Por eso las fronteras irritan el espíritu y devienen en malentendidos, en pleitos, que a veces rebasan la vida de sus protagonistas. A partir del momento en que un hombre le dice a otro vamos estableciendo nuestros límites, no hace más que iniciar este tránsito amargo de una frontera a otra.
13) Cuando miramos un mapa, cuando observamos aquellas líneas gruesas que indican las fronteras entre un país y otro lo que estamos haciendo es mirar un hombre. Un hombre devastado por las fronteras que le impone el hecho de estar vivo. Porque entre nacer y morir también hay una frontera. La última.
14) En el campo del espíritu, no existen fronteras. Es el único.
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